Definitivamente ser hincha del Unión Magdalena, como lo dice el ex cura Linero es toda una maestría en el sufrimiento.
Siempre ha sido un equipo de garra de fuerza, pero también han salido jugadores con muy buen juego.
Santa Marta ha sido cuna de buenos jugadores, que en una ciudad como la nuestra, se se genera la cultura de jugar al futbol, en las calles, en los parques, en las canchas, en los colegios. Hay buenos jugadores desde el principio, y se descartan a los malos ahí mismo. El que sirve, sirve.
El problema en Santa Marta para los jugadores es la familia, la pobreza, la lucha por salir adelante todos los días, y ello, también impacta en el jugador samario, quién nace con buenas condiciones, le gusta el juego, pero cuando llega a su casa, hace falta el plato de comida.
También es un problema el licor, la cultura arrastra a los jugadores a ingerir licor, al desorden y a la indisciplina para jugar. Son los familiares y amigos de los jugadores que los convidan a tomar, a una parrandita, a un desorden, y luego vienen los problemas de disciplina, los bajos rendimientos, y los malos resultados. Si el técnico no logra controlar a los jugadores, el equipo se le derrumba, si la nómina es corta, y los indisciplinados son los que más juegan, tiene que buscar que esos jueguen bien, para poder ganar -Como decía Retat, hay que darles manejo-.
En Santa Marta a los jugadores los quieren mucho la hinchada, sus amigos y su familia también les dan mucho afecto, y el jugador va creciendo con un aura de cariño que es difícil de dejar. Muchos jugadores samarios salen de Santa Marta con todo el talento y la ilusión de ir a un club más grande, pero muchos, lamentablemente no triunfan en otra parte, y tiene que retornar. El jugador samario se enfrenta a la adversidad cuando sale de Santa Marta, por la cultura, por la exigencia y por tratar de defender ante extraños a un club diferente.
El Unión Magdalena es un equipo histórico, con afición, con buena cantera y con una tradición futbolera, que desafortunadamente no se compadece con las aspiraciones de los directivos, quienes siempre se han considerado como un equipo chico, y que sobrevive sin muchos recursos. No es posible que con todo el potencial de la ciudad, y toda la historia que tiene este equipo, no puedan aspirar a más, con una nueva mentalidad de dirección y marketing que les permita armar un buen equipo y competir en las mejores condiciones, evitando a todas luces el descenso a la segunda división.
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