La demagogia es un recurso muy utilizado en la política para distorsionar la realidad con mentiras, y dar cierta apariencia de tranquilidad y confianza a la ciudadanía.
La demagogia consiste presentar un discurso convincente y persuasivo, con varios argumentos falsos, con toda la intención de engañar y ocultar lo malo. Se busca maquillar los problemas y las situaciones complejas, negándolos y restándoles su importancia, de muchas maneras, ya sea señalando a otros como culpables, señalando causas diferentes o negando su existencia.
La demagogia es todo un arte que consiste en distorsionar la realidad combinando argumentos falsos y verdaderos, causando gran confusión entre las personas. El demagogo juega con la lógica, insertando puntos de acuerdos al principio, haciendo que las personas al inicio del discurso asientan o concuerden con lo que el demagogo dice al principio, para luego, plantear unas hipótesis basadas en mentiras (falacias) o paralogismos, que son hechos que se desconocen pero suenan lógicos.
Esa era una técnica sugerida por Perelman, para persuadir y convencer a una audiencia. Lo primero es identificar a la audiencia para elegir los temas a tratar; segundo, se deben exponer los temas basados en principios que la audiencia no pueda negarse a reconocer; y por último, presentarle a la audiencia los argumentos que sostienen la postura que vas a tomar. El problema con los demagogos, es que utilizan la misma técnica, pero en vez de argumentos verdaderos, presentan falacias y paralogismos.
Además de lo anterior, también se utiliza una técnica psicológica, en al cual, plantean realidades paralelas, donde plantean una realidad trágica y preocupante, si siguen a sus contradictores, y una realidad próspera y confiable para sus posturas. A esto reacciona el cerebro, de la siguiente forma: La realidad trágica y preocupante causa miedo y zozobra, generando una proyección negativa en la imaginación, que el cerebro rechaza. Luego, se genera una realidad agradable y próspera con los argumentos a favor, haciendo que el cerebro proyecte una realidad positiva, a lo cual, el cerebro reacciona aceptando la tesis del demagogo.
Otro factor muy importante para el triunfo de los demagogos, es el comité de los aplausos, es decir, los demagogos cuentan con un grupo de personas, por lo general fanáticas y seguidoras, que afirman y aplauden todo lo que está haciendo. Ello es lo que posiblemente se pueda llamar la Ley de las manadas o de las mayorías, donde, el cerebro responde ante el miedo con la imitación, es decir, imita lo que los otros hagan, muy a pesar de que lo que imiten esté mal. Esto es un tema instintivo de supervivencia casi que instantánea, a las que pocas personas, suelen resistir.
El demagogo busca con sus tesis, crear sectas de fanáticos, que son sus mejores defensores. Los fanáticos nunca lo van a cuestionar, y todo lo que diga es un dogma para ellos, que lo defienden a todo costa. Crear un fanático es llenar las carencias afectivas con una creencia, basadas en dogmas no necesariamente verdaderos, y luego, reafirmarlas en cada discurso. Otra forma de crear fanáticos, es dándoles de comer, esto es dándoles un empleo o un sustento para vivir, en otras palabras, la razón y los criterios se olvidan cuando tu salario depende de quien está hablando.
El manejo de la imagen es importante para el demagogo, así que su relación con los medios de comunicación, pasan de los amores al odio, de acuerdo con las circunstancias. En ocasiones le ofrecen a la prensa noticias falsas, para engañarlos; en otras compran a la prensa para que exalte lo bueno y oculte lo malo; y en otras, atacan a la prensa por divulgar noticias desfavorables, y se muestran como víctimas.
Otro de los temas que se aprovechan los demagogos, es el tema de la autoridad. El ser humano tiene una gran tendencia a obedecer a la autoridad, muy a pesar de sus convicciones. El respeto por la autoridad, la tendencia a creer en la autoridad y propensión a obedecer a la autoridad, son factores que utiliza un demagogo para dominar y convencer a las personas de que deben seguirlo. Hacen una vinculación entre autoridad y legalidad, que implica que, obedecer a la autoridad es igual a legalidad, y desobedecerla implica lo contrario.
Los demagogos están en todas las vertientes, tanto de derecha como de izquierda, hacen de su mundo una mentira, que hasta se la creen, y llegan al punto de confundir la realidad con la fantasía.
Contra los demagogos, solo cabe, por un lado, no creerle a todo lo que digan -no convertirse en un fanático-, cuestionar con actitud crítica sus discursos y no comer entero, pues hay que partir de la base que quieren engañarte en muchas cosas; y por otro lado, exigirles que hagan lo mejor para la gente, y que no se la lleven por delante en sus fantasías.
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