A veces nos preguntamos, por qué una persona que adquiere poder, le es tan difícil soltarlo, o que a pesar de que ha obtenido mucho, sigue y sigue, sin quedar satisfecho.
Sutherland planteó que los delitos no solo se explican solo por la pobreza o por la lucha de las clases pobres por acceder a oportunidades que no les brinda el sistema. Los delitos de cuello blanco surgen de los poderosos, que no sufren de la pobreza, sino que generan unas subculturas que invierten los principios legales y justifican conductas corruptas, para mantenerse en el poder.
La corrupción, según Sutherland se aprende, y lo que participan en ella generan una subcultura dónde todos auto justifican sus acciones, de tal manera que anulan el sentimiento de culpa en quien realiza las conductas delictivas, y cada vez que las realiza quiere más y más, que como todo delito tiene un efecto adictivo.
Sobre este tema podríamos plantear muchas tesis, pero lo que es cierto es que el hombre que jugando a ser un Dios, porque define el destino de muchos con una sola decisión, orden o deseo, deje de gustarle. Al parecer todos los hombres sueñan con construir su imperio, reestablecer el imperio romano tal vez, jugar a guerrear con los enemigos, y dejar una huella como un arco del triunfo con su propio nombre. Cuando todo esto se consigue, es muy difícil dejarlo, pues es un sueño convertido en realidad.
El gran problema es que para conseguirlo tuvo que hacer varias cosas malas y lidiar para que no se descubran. La excesiva riqueza, lleva consigo la pobreza de otros. En sociedades desiguales, alzarse con poder y riqueza, implica levantarse por encima de los pudientes y salir de la masa de los que no tienen, y quitar del medio a todo aquel que se interponga en esa lucha. Incluso al alcanzar la cima, se requiere seguir luchando para mantenerse, para no volver a bajar de estatus.
Así las cosas, la necesidad de luchar para subir, mantenerse y no bajar de estatus, justifica la avaricia de quien acumula, acumula y acumula, para mostrar que pertenece a ese sitio, y ejercer poder para que no lo bajen.
Para unos pocos, cuesta un poco de esfuerzo y con sus méritos ascienden, pero para otros, subir no es posible con méritos propios, y lo consiguen realizando una serie de delitos llamados delitos de cuello blanco, que luego buscan ocultar con poder y dinero. ¿A quién no le gustaría pasar de ganar en un día lo que ganaba en un año? Comprar todo lo que se ha soñado es una exigencia social, y quién lo puede lograr se encuentra en la cima, ese es el modelo que se vende y se comercializa.
Tener poder ilimitado corrompe, tener con que comprar todo lo que se quiere corrompe, y ello es adictivo, porque nadie quiere perder su sitio, y por lo que todos sueñan a hacer, el problema es como se llega allá, pues hay quienes logran las dos cosas por mérito propio, pero hay sociedades donde los delincuentes de cuello blanco, son los que llegan a la cima, se mantienen en ella a toda costa y por encima de quién sea. Son sociedades donde los lobos hacen las leyes y el rebaño se encuentra en gran riesgo.
Como dice el aforismo: "Todos los caminos conducen a Roma", en este caso siempre será, "La virtud". Mientras que en lo estatal (y hasta lo privado) no existe una "Escuela de Virtudes" todo seguirá igual, sea el hombre que sea, porque la causa es antropológica.
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