La política es una actividad que tiene muchos inconvenientes, se vive de la imagen, de los electores, debes saber que dices, como lo dices y a quien se lo dices.
Las cosas hay que decirlas de tal manera que suene bonito, que suene necesario y suene convincente.
El problema es que del discurso al hecho, hay mucho trecho, y en la política, la ejecución queda muchas veces en deuda.
Muchos gobernantes son buenos hablando pero no ejecutando, se la pasan dando discursos bonitos, dando excusas y explicaciones pero no ejecutan, ejecutan mal o lo hacen de manera incompleta o de forma inconveniente.
En la política se manejan muchos intereses ocultos, muchas alianzas, y muchos acuerdos económicos por debajo de la mesa, esto hace que sea complicado la ejecución de las políticas públicas. Mientras que unos se razgan las bestiduras discutiendo y peleando, ya otros han definido lo que se va a hacer.
Mientras que unos arreglan los contratos, los actos administrativos, las partidas presupuestales, ya otros, han definido como se reparten los recursos, y como se va a hacer para que nadie se dé cuenta.
Muchas veces se crean necesidades inexistentes, se busca la ejecución de una política, se aplican los recursos, y los efectos catrastoficos se ven tres o cuatro años después. En otras ocasiones las necesidades son reales, pero las políticas son inadecuadas y los recursos insuficientes, por tanto, quedan a mitad de camino.
En la política, se juega el buen nombre de los políticos y desafortunadamente, el destino de un pueblo.
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