No es fácil escuchar opiniones contrarias a lo que piensas, y mucho menos, quedarte tranquilo ante lo que te parece que es un error.
En muchas discusiones aunque se escuche mal, terminan con una frase que dice: Haga lo que se le de la gana entonces. Que al parecer es una frase grosera pero que contiene un sentido respetuoso, de lo que el otro piensa, pues anuncia que no se va a entrometer más en los asuntos de otro, y que ese otro, debe hacerse responsable de sus propias decisiones.
Las personas se ven tentadas o retadas por la lógica a persuadir o a convencer a los otros, sobre lo que deben hacer o lo que deben pensar.
Para este escrito, persuadir es hacer que otro haga lo que tu quieres, y convencer, es hacer que otro tome tu idea como suya. No es fácil encontrar un límite para detectar hasta donde debo insistir en convencer o en persuadir, pues puedes encontrarte en una discusión, donde ambas partes, tienen puntos fuertes y puntos débiles, escoger alguna de las dos posturas, te haría acoger tanto sus virtudes como sus defectos, lo ideal sería escoger lo mejora de las dos, y desechar lo malo de ambas, pero ello no siempre pasa, por eso, lo aconsejable, es siempre es escuchar al otro con respeto, para que el otro haga lo mismo contigo.
Las personas pueden persuadir o convencer a otros, con argumentos válidos y verdaderos o con sofismas o mentiras. Cuando es lo primero, se tiene un fin loable, cuando es lo segundo, se tiene un fin despreciable.
Los niños, los ignorantes y los fanáticos son fáciles de engañar. El Problema es que no, nos la sabemos todas, y en los campos que no conocemos, somos presa fácil de los engaños.
El fanático a diferencia del ignorante y el niño, no quiere superar su ignorancia con el conocimiento, pues lo omite deliberadamente para no cuestionar su fanatismo.
Es de sabios cambiar de opinión, sobre todo cuando vez que te vas a estrellar con un muro, y en vez de acelerar, frenas y buscas un mejor camino.
El respeto por las opiniones ajenas implica no considerar al otro como inferior, reconocerlo como un ser racional y entender su posición, por desgracia, estas reglas no las entienden los fanáticos, ni tampoco podemos aplicarlas con los delincuentes, pues darle la razón o aceptar que pueden dañar a otros, es inaceptable.
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