Es cierto que cuando uno no aprende a convivir con personas que piensan diferente, se aisla, se pone constantemente en conflicto o se vuelve un inquisidor.
Aprender a convivir con pensamientos contrarios, no es fácil, es un reto, tanto como confrontarlos en todo momento.
Cuando se confronta a un contrario, por regla general agrandas el conflicto, por dos principios, el primero, toda persona tiende a justificar lo que hace y lo que piensa, por más equivocado que este; y el segundo, trata de que cuando ganas un debate, el perdedor siempre buscará una revancha.
Es muy difícil decir: entiendo tu punto, pero no lo comparto, pero es la mejor frase para terminar una discusión.
En toda discusión existen dos posiciones que tienen puntos buenos y puntos malos, y en la lógica, pueden existir dos argumentos contrarios, pero válidos y verdaderos, así que no hay discusiones que no pueden cerrarse.
Por último, la lógica y la coherencia a veces nos juegan una mala pasada, pues nos obligan a escoger una de dos posiciones, y al escoger, se toma tanto lo malo como lo bueno, y nos impide escoger lo bueno de ambas, por eso solo las mentes educadas pueden comprender un pensamiento diferente al suyo, aunque no lo compartan, como dijo Aristoteles.
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