martes, 30 de julio de 2024

LA TRAMPA DE LA DEMOCRACIA


 Ya no es suficiente que la gente vaya a las urnas a ejercer el derecho democrático del voto. 

Al principio los políticos corruptos le pagaban a los electores para que votarán por determinado candidato. Luego, le pagaban a los jurados para que alteraran el conteo de los votos. Y ahora le pagan a la entidad que organiza las elecciones y da el resultado de las mismas (Que en Colombia, es el caso de la Registraduría), para que le aumente la votación.

Existen trampas a la democracia como los votos de personas fallecidas, de personas que por alguna razón perdieron su cédula y están en trámite de sacarla de nuevo, que no se las entregan, pero votan por ellos, o personas que no fueron a votar, pero que en la mesa aparecen votando, o los jurados comienzan a remarcar los votos para que aparezcan como inválidos o nulos. 

También se encuentran aquellos que son amenazados por sus jefes para que voten por determinado candidato, ya sea de una entidad pública o de una empresa privada, donde coaccionan al elector, para que vote, junto con su familia por un determinado candidato, para no perder su empleo. Pasa mucho con los contratistas del Estados y los empleados públicos, que no tienen libertad para votar, pues temen perder sus empleos, si los candidatos que le imponen sus superiores pierden las elecciones.

Una democracia con estas prácticas  desastrozas, sostiene a grupos políticos durante mucho tiempo en el poder. La corrupción genera el miedo de perder, y con ello de ser juzgado por sus contendientes. Es una verdadera guerra de poder, que se gana con votos, pero también con muchas practicas detestables.

En una sociedad así, donde los contratos públicos, los cargos públicos y el poder político, se utilizan para imponer sus criterios en los votantes, en los jurados y en la entidad encargada de contabilizarlos, la democracia no funciona. 

Las votaciones manipuladas, fraudulentas o alteradas, causan mucho daño. El vencedor en una elección debe ser el que obtenga la mayor cantidad de votos, y muy a pesar de que no sea el candidato más idóneo para ejercer el cargo. El hecho de que los resultados demuestren algo diferente, genera desconfianza, indignación y rechazo. La democracia es un mecanismo que evita conflictos internos, e incluso, conflictos armados, pues el enfrentamiento de dos o varios grupos políticos, se dan en los debates y en las urnas, pero no en lo físico. Destruir la democracia o alterar sus resultados, conduce a la dictadura, a una revolución o a un conflicto primero social, y luego, a  un posible conflicto armado, cuando se evidencia que por el camino democrático, no existen garantías objetivas de llegar al poder.

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El Unión Magdalena de 1992