72 años de un doctorado en sufrimiento.
El equipo va de último, no ha ganado ni un partido, está en el último lugar del promedio, con uno de los peores equipos que hemos tenido. Un irrespeto por la pasión de toda una ciudad, por parte de los directivos, que han dicho, que están en crisis económica y que no hay para contratar mejores jugadores.
El tema es que 72 años de historia y no siempre estuvimos así.
Fuimos el primer gran campeón de la costa, una plaza difícil para todos los equipos, que sentían que un empate en Santa Marta era prácticamente una victoria.
El Unión era un equipo difícil, además del campeonato de 1968, hubo temporadas muy buenas como la de 1979 cuando perdimos con el América y la de 1989, cuando mataron al árbitro y se suspendió el campeonato.
Santa Marta, una ciudad donde entró el fútbol con los barcos ingleses, respira el fútbol y es cuna de grandes jugadores. En Santa Marta, la gente le gusta el fútbol, sabe de fútbol y hay muchas canchas donde se ven a muchos jóvenes jugando bien al fútbol.
Cuál es el problema? De seguro la directiva.
La directiva del Unión Magdalena, siempre manejada por Eduardo Dávila, desde que heredó el equipo de su padre, ha estado marcada por la mentalidad de un equipo chico, sin aspiraciones reales, a pesar de todo el potencial en material humano.
Hasta cuándo dejaremos de ser un equipo pequeño que compite sin tener aspiraciones a un campeonato?
Cuándo tendremos una estructura empresarial que nos permita formar y contratar buenos jugadores para mantenernos en la primera categoría con respeto y orgullo.
En Santa Marta hay afición, hay unas condiciones favorables, como el clima, la brisa, la sirena, la tambora, los colores, una cantera de jóvenes que juegan bien al fútbol. Solo hace falta una directiva que tome todos esos factores favorables y los convierta en una empresa productiva con proyección internacional, buscando la participación en campeonatos internacionales.
Ya es hora de cambiar, no se puede afrontar el presente, con la mentalidad del ayer, el fútbol es una gran empresa y un buen negocio, que no se puede manejar, como un equipo pobre o un equipo de barrio. Hoy hay tantas opciones de competir en una copa Suramericana o en una copa libertadores, pero las directivas no se enfocan en eso, y no arman a un equipo ganador, sino a un equipo mediocre y sin ninguna aspiración más allá, de la mitad de la tabla.
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