A los tiranos y a los arbitrarios nunca les gustan los límites.
Una autoridad pública sin límites es una monarquía a la antigua, donde hay un rey quién todo lo puede, y que deriva su autoridad del poder divino y de su legado de sangre. Es lo que sueña todo gobernante: ser un rey.
En definitiva el gobierno a través de un Rey o un monarca, fue durante siglos la única forma de Gobierno durante Siglos. Los griegos crearon la Democracia para controlar a ese Rey, y los Romanos crearon igualmente el Senado con los mismos propósitos. Sin embargo, llegó César con sus victorias en la Galia, fue nombrado Cónsul, luego inició una guerra civil, donde derrotó a Pompeyo, e iba camino a proclamarse emperador, pero fue asesinado en el Senado.
Luego, en la revolución francesa se instauró el principio de legalidad, donde el Gobernante era controlado por el Legislativo, y Montesquieu diseño el sistema de pesos y contrapesos donde las ramas del poder, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, se controlaban mutuamente para evitar la tiranía.
Luego de la revolución francesa, llegó Napoleón Bonaparte, quién luego de vencer en varias batallas a los enemigos de Francia, comenzó siendo nombrado como cónsul, luego acabó con la Asamblea en su país y se autoproclamó emperador.
La Democracia tampoco pudo contener a Hitler en Alemania, quién luego de ganar las elecciones a través de su partido nacional-socialista, decidió, con el apoyo del pueblo Alemán cerrar el Congreso, y se autoproclamó el tercer Reich, o tercer imperio, anulando el poder Legislativo, y controlando el poder judicial, y a partir de allí, reactivó la industria bélica en Alemania, le declaró la guerra a otros países, expropió a los judíos y los denigró a la categoría no ciudadanos, o de una raza inferior.
En virtud de ello, se creó la Organización de Naciones Unidas para proteger los derechos humanos de sus gobernantes, y garantizar la paz entre las Naciones, para evitar que los ciudadanos fueran víctimas de los dictadores en sus propios países. Muy a pesar de ello, y la limitación del concepto de Soberanía, a través del derecho internacional, para intervenir en aquellos Estados en los que existan peligros para la paz mundial, no ha sido posible controlar del todo a los dictadores y gobiernos autoritarios que de facto, llegaron al poder y masacraron a muchas personas con poder ilimitado, como ocurrió en las dictaduras del cono sur, como en Chile y Argentina. Sin embargo, también hay que decirlo, que la ONU llega tarde muchas veces y en otras no actúa, como ocurrió en la ex Yugoslavia, como ocurrió en Ruanda, Sierra Leona y el Congo, y como ocurre en conflictos más modernos como el de Rusia-Ucrania, Israel-Palestina, y el conflicto en Siria.
Siempre hay un autoritario dispuesto a romper los límites, y ciudadanos incautos, que a través de la democracia se los permiten.
Hoy en día, algunos gobernantes también sueñan con convertirse en emperadores, y hacer sus pensamientos realidad a toda costa y sin límites. Desafortunadamente la democracia esconde muchos males, pues a través de ella, que es el poder de las mayorías, se puede decidir entregarle el poder absoluto a un gobernante.
Hay que ser claros y reconocer que las democracias esconden muchas veces dictadores, por ejemplo, cuando un gobernante tiene la facultad de nombrar a sus jueces y Magistrados, cuando tiene mayorías absolutas en el Congreso y todo proyecto de Ley que propone se lo aprueban, y a su vez, controla a los entes de control como la Procuraduría, Contraloría y Fiscalía. Estos son casos de dictaduras camufladas en la democracia, pues si bien, si existen instituciones que aparentemente controlan el poder del ejecutivo, no lo hacen. Al tener el Gobierno el control de las mayorías, puede fomentar reformas legislativas y constitucionales sin tener oposición verdadera, y al elegir a los funcionarios que ejercen en los entes de control, pues no tendrán quién los investiguen y sancionen, convirtiéndose así en reyes intocables por la democracia.
Cuando no existen las mayorías necesarias en el Congreso todo se complica, y cuando la oposición es grande, a un gobernante al que le fastidian los límites que impone la Constitución, suele acudir ya no al Congreso, sino al pueblo directamente, para que través del voto, se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente, para diseñar un Estado a su medida, y vuelve, nuevamente el sueño de ser Rey sin límites. Por eso, es que las Reformas a la Constitución, no deben de ir encaminadas a liberar al tirano, sino a ajustar y reafirmar sus límites.
En últimas, los límites sirven para proteger a los ciudadanos de los dictadores, y de sus propias decisiones en la democracia.
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