Por: Jorge Arturo
Abello Gual.
Luego de estudiar un poco el
conflicto social que generó en España el intento independista de Cataluña, me
encontré con un fuerte debate en relación con la reconstrucción y unificación
del sentido nacionalista español en Cataluña. Luego de la intervención del
Gobierno español en Cataluña, y la convocatoria a unas nuevas elecciones, las
consecuencias económicas y políticas del movimiento independista catalán,
dejaron a una región próspera y altamente productiva, en un desgobierno, en una
crisis de incertidumbre política, y en un problema social muy complicado,
porque luego de la intervención, persiste el deseo o anhelo de la independencia
en la mente de muchos catalanes. Por esta razón, muchos hablan de incentivar el
sentido de unidad y la reconstrucción de una confianza que permita la unidad
nacional y evite más conflictos.
Dentro de este conflicto,
económico, político, social e histórico que llevó a Cataluña a un referendo por
su independencia, la sociedad española, El Rey, el Gobierno y la Justicia, ha
señalado como responsables a los dirigentes políticos de Cataluña, a los cuales
ha destituido y le ha iniciado juicios penales por rebelión.
Dentro del estudio de lo que está
viviendo hoy España, me llamó mucho la atención varias frases utilizadas por el
profesor José Manuel Roldán, quién hace dos referencias históricas importantes
para analizar el problema de Cataluña y que pueden ser aplicables a Colombia, especialmente en la polarización que ha generado el acuerdo de paz de la Habana.
El primero, señaló el
fraccionamiento que generan las regiones autónomas, como Cataluña:
“El gran
problema de España, como el resto de los países de su entorno, es la insolidaridad.
Y aquí particularmente, el gran problema es el Estado de las autonomías. El
sistema, en lugar de ayudar a un desarrollo más armónico de las regiones
-regiones, no naciones- de España, ha contribuido a ahondar en las diferencias
entre ellas y a luchar ferozmente por prosperar a costa de las demás. Soy
español: nací en una región, me eduqué en otra y me he instalado en una tercera
y todas ellas son mi casa, mi patria (¡qué miedo produce la palabra!). Pero el
que no ha salido nunca del terruño, termina creyendo que es el mejor, que él
también es mejor que los demás y que tiene que reivindicarlo en eterna disputa
con el vecino. Recuerde el anuncio de lavavajillas con la disputa entre Villa
Arriba y Villa Abajo por quién limpiaba mejor los platos o la paellera. Es
decir, que desembocamos en el egoísmo, algo que ha nacido ahora, pero que
estamos exacerbando. Y los políticos así hacen por arañar un puñado de votos.”[1]
Este punto es muy importante para
entender los conflictos entre grupos de personas, y eso es aplicable en
Colombia, con el problema de la polarización creada a partir del acuerdo de paz
en la Habana con las Farc, y las dos orillas políticas que se han formado en
torno a Uribe y Santos.
Si mentalmente cada colombiano
escoge una orilla con relación al conflicto armado, y además una posición
política a favor de Santos o a favor de Uribe, lo que va ocurrir es un
fraccionamiento de la sociedad que va a generar un fuerte conflicto, como el
que ocurrió en los tiempos de la violencia entre liberales y conservadores.
Como explicó el historiador José Manuel Roldán, si una persona logra eliminar
las fronteras de las regiones, pasando de una, conociendo a la otra e
identificando que todas son parte de un todo, se podrá tomar una visión global
de las cosas analizando pros y contras, reconociendo lo que está bien o está
mal. La lucha en Colombia debe ser por la empatía, y unidad para seguir con lo
bueno y corregir lo que está mal, desde una visión global, sin brechas y sin
fronteras. Es claro que en el panorama político no hay unidad, y no se puede
lograr una reconciliación entre dos personas como Santos y Uribe, pero lejos de
problemas personales, ese conflicto puede generar otros problemas políticos,
económicos y sociales, como los que está padeciendo actualmente Cataluña. En
resumen lo que propongo es un ejercicio intelectual donde cada persona genere
una empatía con otra que le contradiga, imaginándose primero que ambos
se gritan desde una orilla diferente del río. Luego, atraviesen el río y véanse
gritar desde la otra orilla. Por último, eliminen el río y entiendan que no hay
frontera, ni obstáculo, que deben llegar a un acuerdo con esa persona que ahora
ya está a su lado, y que lo que antes era una orilla, ahora hace parte de un
todo.
El segundo punto que me llamó la
atención, fue cuando el profesor Roldán acuñó el término oclocracia, para
explicar el conflicto catalán, cuando le preguntaron: “Lo de la oligarquía
manipulando a la masa suena un poco a Cataluña, ¿no?”
“Yo creo que
el problema catalán hunde más bien sus raíces en el individualismo egoísta del
payés cateto, que no piensa en un alto porcentaje de población que no comulga
con sus decimonónicas ideas, invocando la democracia. Pero... ¿sabe una cosa?
El término democracia, tanto aquí como en otros muchos contextos, ha sido
envilecido y prostituido. Democracia es interesar al pueblo en política y
hacerle participar en la gestión del Estado, pero hoy en realidad sólo se trata
de unos individuos que intentan atraer a los votantes con promesas -en muchos
casos, irrealizables- para que les voten cada cuatro años. Como dijo Aristóteles,
esa democracia se acaba transformando en oclocracia, el gobierno de la
muchedumbre dirigida por un demagogo.”
La oclocracia es una término
interesante para explicar problemas como el de Venezuela, como el de Cataluña,
incluso para explicar a Hitler en Alemania, Musolini en Italia, y Lenin en
Rusia. Veamos un poco más a fondo el concepto de Oclocracia:
“Polibio llamó
"oclocracia" al fruto de la acción demagógica: "Cuando esta [la
democracia], a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del
tiempo, se constituye la oclocracia" (Historias, VI, 4). Según su teoría
de la anaciclosis —teoría cíclica de la sucesión de los sistemas políticos (a
la que alude Maquiavelo)— la oclocracia se presenta como el peor de todos los
sistemas políticos, el último estado de la degeneración del poder. Polibio
describe un ciclo de seis fases que hace volcar la monarquía en la tiranía, a
la que sigue la aristocracia que se degrada en oligarquía, luego de nuevo la
democracia piensa remediar la oligarquía, pero zozobra, ya en la sexta fase,
configurándose como oclocracia, donde no queda más que a esperar al hombre
providencial que los reconduzca a la monarquía.
Según El
contrato social de Jean-Jacques Rousseau, se define oclocracia como la
degeneración de la democracia. El origen de esta degeneración es una
desnaturalización de la voluntad general, que deja de ser general tan pronto
como comienza a presentar vicios en sí misma, encarnando los intereses de
algunos y no de la población en general, pudiendo tratarse ésta, en última
instancia, de una "voluntad de todos" o "voluntad de la
mayoría", pero no de una voluntad general.”[2]
Como vemos, la oclocracia es una
desviación de la democracia que genera la imposición de la decisión de una
mayoría manipulada por un interés de un grupo de personas. La legitimidad de
las mayorías genera decisiones en contra de las leyes, la constitución y los
derechos humanos, como por ejemplo: “acaben con las razas inferiores, que son
la causa de nuestras desgracias”. Si las mayorías acogen esa idea, no es una
decisión democrática, porque la participación política de los ciudadanos,
entendida por Rousseau como la voluntad general, es respetuosa de los derechos
y garantías fundamentales. La oclocracia en cambio, tiene otra forma de actuar:
“En el
desarrollo de esta política, sólo se tiene en cuenta de una forma superficial y
burda los reales intereses del país, dirigiéndose el objetivo de la conquista
al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica
en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias
como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas
exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación
de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular,
frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la
población. La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de
educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien
busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación.”[3]
Para entender la forma como se produce y actúa la oclocracia, es necesario entender como funciona el cerebro humano, y como esto puede influir en el comportamiento politico. El cerebro humano se puede
dividir en tres partes, el hemisferio derecho que controla la creatividad y la
imaginación, el hemisferio izquierdo que es la parte analítica, y la parte
posterior, que maneja los instintos y las emociones. Si a un ser humano le
trasmiten un mensaje, el hemisferio izquierdo lo analiza, y el derecho proyecta
un imaginario al futuro. Si ese imaginario es bueno, la parte instintiva del
cerebro, se va a relajar y la reacción será positiva, pero si el imaginario es
malo, la parte instintiva reaccionará negando, huyendo o peleando.
Por esta razón, los políticos
hacen promesas favorables para generar una reacción favorable de las personas hacia sus propuestas.
El problema de esas promesas es la posibilidad real de realizarlas, y ese es un
análisis que debe hacer el hemisferio izquierdo del cerebro. Cuando el análisis
es negativo, el hemisferio derecho proyecta una visión futura negativa, y hace
que reaccionemos negativamente. Ese sería el proceso normal, pero en el campo
de la política, el engaño y la corrupción le juegan malas pasadas a nuestros cerebros, por ejemplo, si un político
le ha ofrecido al votante un puesto público, un contrato o un trabajo, el
análisis normal del cerebro no funciona, solo analiza el beneficio que va a
recibir, proyecta su bienestar, y el cerebro reacciona bien, a una propuesta
política indecente. Cuando la propuesta política es una demagogia o un artificio, el cerebro puede ser engañado en su parte analítica y proyectar una falsa realidad, que es secundada por el instinto que se relaja sintiendo una sensación de tranquilidad y felicidad, basada en una mentira.
Así lo expresó el profesor Roldán
al referirse al populismo político:
“Del Senado se
desgajaron individuos que por afán de poder interesaron al pueblo en una
política que Cicerón calificó de "populista". ¿En qué consistía? En
aristócratas que manipulaban y atraían al pueblo con cantos de sirena en muchos
casos impracticables. Con repartos de tierras, trigo o dinero. No voy a decir
que repartiendo bolígrafos porque no había, pero con cualquier método de
corrupción.”[4]
Ello suena mucho a: “Lo único que
hicimos fue hacer que los colombianos acudieran indignados a las urnas.” Precisamente,
el gran problema de las decisiones políticas irracionales tiene que ver con la
manipulación y la corrupción, es decir, o el engaño o el amaño. Precisamente el profesor Roldán señaló, que a
la democracia la contaminan dos cosas:
“… habría que
tener muy presentes los dos grandes peligros que abocan a la destrucción de la
democracia: la mediocridad de los dirigentes y, desgraciadamente, la
corrupción, tan antigua como la propia Humanidad. Me temo que corremos el
riesgo de derivar hacia ese gobierno de la multitud, manipulada por unos
dirigentes con intenciones espúreas, en una especie de preámbulo a la tiranía o
la dictadura.”[5]
Para cerrar la reflexión, es
necesario hacer un llamado a la unidad, y a la conciencia, para no caer en
caminos autodestructivos. Pensar en Colombia como un todo que se puede
componer.
[1]
EL MUNDO DE ESPAÑA. "El problema catalán viene del egoísmo de los payeses
catetos" Los intelectuales y España. José Manuel Roldán. Entrevista. En la
siguiente página Web: http://www.elmundo.es/opinion/2017/12/02/5a21a336ca4741e4128b45ee.html
consultada el 6 de Diciembre de 2017.
[2]
WIKIPEDIA. Enciclopedia virtual. En la siguiente página web: https://es.wikipedia.org/wiki/Oclocracia
consultada el 6 de diciembre de 2017.
[3]
Ob. Cit.
[4] EL
MUNDO DE ESPAÑA. Ob. Cit.
[5]
Ob. Cit.
Sesudo y real análisis, falta mucho para las elecciones y para mí la izquierda en este país tiene poca opción, entre otras cosas, por ser tan desunida
ResponderEliminarCONTROL CONSTITUCIONAL Y DEMOCRACIA
ResponderEliminartenemos una concepción garantista (Kelsen) que propone un mecanismo de control del poder político al interior de un sistema democrático con base en un sistema de pesos y contrapesos que evite excesos de poder, particularmente se busca defender a las minorías. La función de garantía o de “defensa” de la Constitución tiene que estar encaminada, por lo tanto, a la protección de los derechos de las minorías, ante todo del derecho a no padecer la tiranía de la mayoría.
Del lado opuesto, encontramos la concepción plebiscitaria (Schmitt) que asume que el defensor de la Constitución corresponde a un jefe que es elegido directamente por el pueblo y, por ello, es considerado como el verdadero representante y garante de la unidad nacional: un órgano monocrático y unipersonal capaz de expresar la “voluntad general” de ese pueblo y de “guiarlo” políticamente. La figura del “defensor de la Constitución” tiende a coincidir, así, con la del “dictador” que, distinguiendo entre el amigo y el enemigo, “salva” mediante su acción y su fuerza al pueblo frente a sus contrarios.
El pensamiento schmittiano nulifica la posibilidad de distinguir entre el mero hecho concreto, la imposición de la fuerza y la racionalidad y previsibilidad con que necesariamente debe contar el derecho. Cualquier imposición de facto puede convertirse en derecho, anulando así uno de los principios fundamentales de la convivencia social: la necesidad de reglas jurídicas ciertas, claras y predefinidas que regulen la vida colectiva.
-JESÚS CARRILLO MOVILLA
200107419