Vuelve el Unión Magdalena a Santa Marta, y
con él toda la cultura del fútbol que ha estado reprimida y castigada.
El Unión Magdalena hace parte de la
cultura samaria, y la pérdida del estadio Eduardo Santos es un reflejo de la
equivocada gestión de los dirigentes políticos de Santa Marta y del Magdalena,
que dejaron caer en ruinas un estadio cuna, del fútbol y orgullo samario[1].
Y bueno, volviendo al tema del Unión
Magdalena, que va a tener nuevo estadio, en otro sector de la ciudad, para que
vuelvan las tardes de fútbol adornadas por los colores azul y rojo, es
necesario que se retomen muchas cosas que se han perdido:
1. Una afición seria y alegre, que
acompañe a su equipo en medio del son de las tamboras y el pitán pitán, donde
se tocaba con fuerza y se hacía sonar la sirena en cada tiro de esquina o en
cada tiro libre a favor del Unión. Hay que evitar ese vandalismo, esa gritería
y ese fanatismo, que lo único que genera son riñas, muertos y tristezas. La
afición de Santa Marta, es sufrida, humilde y alegre. No más vándalos, dejen de
imitar a las barras bravas que son totalmente ajenas a la cultura del fútbol de
Santa Marta, para que retornen los niños al estadio y se eduque a una nueva
generación de aficionados. Por favor vándalos, inadaptados, antisociales
disfrazados de barras bravas del Unión, dejen que los niños se acerquen al
Unión¡
2. Que regrese un equipo de fútbol, digno
de Santa Marta, con jugadores que hagan respetar la plaza, y que hagan sentir
al rival miedo. Así como decía Retat: "Aquí en Santa Marta mueren todos
los grandes: como Simón Bolívar, como el Junior, el América, el Nacional
....". No es posible que ningún equipo de fútbol venga a pasear
impunemente a Santa Marta, es necesario que los jugadores, el cuerpo técnico y
los directivos sepan que el equipo de Santa Marta no puede perder en su patio,
eso es inaudito. Es cuestión de mentalidad y de tradición, Santa Marta es el
fortín del Unión Magdalena, y allí nadie se puede llevar los tres puntos, y
tienen que salir asoleados, cansados, deshidratados, magullados, pero sobre todo
asustados, para que les de miedo incluso volver. Cada vez que el Unión se
volvía fuerte como local, siempre se clasificaba a las semifinales.
3. Hay que volver a la A: Ya esta bueno de
estar jugando con "el deportivo tapita", la ciudad tiene una historia,
fue el primer equipo costeño campeón, es la cuna de muchos futbolistas
reconocidos a nivel mundial, y es una fábrica de jugadores y de técnicos. Cada
vez que hemos estados en las finales, se asoma una mano negra que nos destruye
las ilusiones de subir a la primera división del fútbol colombiano. El fútbol
colombiano necesita al Unión Magdalena de vuelta, para ver esa picardía, esa
alegría y ese talento de los samarios, combinado con jugadores de otras partes
del país y extranjeros. Colombia también está cansada de los deportivos
tapitas, que no llevan ni mil personas al estadio, y que no tienen afición de
tradición, ni cultura futbolera.
4. Que vuelva el clásico costeño: Los
partidos entre el Junior y el Unión sobre todo en Santa Marta eran muy buenos.
La rivalidad era grande entre los jugadores, y cada equipo daba lo mejor de sí
en los partidos. Sin los clásicos no hay ese plus. Hoy no hay respeto de los
junioristas hacía el Unión, y ello con toda la razón: El equipo es un deportivo
tapita con un nombre con mucha historia, que ni los dirigentes, ni los
jugadores han hecho respetar, y por eso, el Junior ya ni le interesa jugar un
partido amistoso con el Unión, eso es una falta de respeto¡
5. Dirigentes deportivos, un equipo
de fútbol es una empresa que vende emociones, ilusiones y triunfos. Los equipos
que logran vender estos tres productos son ricos, venden taquilla, venden
uniformes, venden publicidad, tienen buenos patrocinadores, venden transmisión
en televisión, ganan premios y ganan mucho dinero. El Unión Magdalena es un
equipo de tradición, con una afición consolidada, que vivió de vender emociones
e ilusiones, pero solo cosechó un solo triunfo: el campeonato de 1968. Ya esta
bueno de pensar chiquito, como tienda de barrio, y traten a un equipo de una
ciudad como una empresa que tiene una de las mejores materias primas del país
que son los jugadores samarios. Por favor, señores directivos, ya pasó la época
de la marimba, es hora de ser empresarios, de conseguir buenos patrocinadores y
de organizar un buen equipo que no solo venda emociones e ilusiones, sino
triunfos.
[1] Es
vergonzosa la disputa que hoy tiene enfrentados a la Gobernadora del Magdalena
y al Alcalde de Santa Marta, por el estadio Eduardo Santos, hoy la verruga de
la ciudad en los juegos bolivarianos que se van a desarrollar a partir de
Noviembre de 2017. La villa olímpica de Santa Marta ubicada entre la avenida
Libertador y la Avenida Santa Rita, y entre las carreras 18 y 21, presenta una
cara moderna, con escenarios deportivos nuevos y con infraestructura muy
bonita. Lamentablemente el viejo estadio Eduardo Santos sigue mostrando la
ruina y la miseria en que se encontraban todos los escenarios deportivos de
Santa Marta.
Los contrastes entre lo viejo y lo nuevo, es el
resultado de una pugna política, entre un grupo de de tradición, perteneciente
a las viejas castas familiares añejas de la política de Santa Marta y el Magdalena,
que hoy ostenta la Gobernación, y la clase política emergente que ha mostrado
gestión, obras y ejecución del presupuesto de la ciudad, para cambiarla y
embellecerla a costa de la envidia de los otros que no hacen ni dejan hacer, y
terminan dejando las cosas como el viejo estadio Eduardo Santos, la verruga de
los juegos bolivarianos. Esa es la Santa Marta que estos grupos proponen.
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