Aquí están mis primos: Raúl, Ricardo y Anselmo Gual. Tres hermanos de un mismo padre, Raúl Alberto Gual Mozo, acérrimo hincha del Unión Magdalena, y que supo trasmitir su afición a sus hijos y a toda su familia.
Mi tío Raúl Alberto, era de los que iba al estadio a la tribuna de sol popular, buscaba la forma para comprar la boleta, recogía botellas para las tiendas y se ganaba la plata de la entrada, y cuando no podía lo veía montado en un árbol. Admirador de cuarentinha, brasilero que jugó en el Unión y que se caracterizaba por su pegada de fuera del área (Hernán Peláez, periodista y ex jugador, lo recuerda mucho, decía que si el balón iba a la barrera había un privado en la cancha, Pero si pasaba la barrera era gol) y el cual le regaló unos guayos, que Raúl Alberto se los ponía con orgullo, rellenandolos con más calcetines, porque le quedaban grandes.
Vio al Unión ser campeón, y fue testigo de esa gesta de 1968.
Esa pasión y ese amor por el equipo, lo transmitió a sus hijos y sus sobrinos, dejando una herencia cultural, con cuentos y anécdotas. Mi tío Raúl, cuál cura, daba cátedra de los buenos tiempos del Unión, y prácticamente creo una iglesia de aficionados en sus hijos, sobrinos y ahora nietos.
Una familia unionista, que habla, sufre, goza y rie con las historias del Unión Magdalena, con los jugadores, con las cosas del estadio, con los triunfos y las decepciones, como dice Alberto Linero, ser hincha del Unión, es tener una maestría en el sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario